Desarrollo y crecimiento infantil,  FAMILIA

La crianza respetuosa a la práctica – ¡Con ejemplos!

La crianza respetuosa, como su nombre indica, trata de criar con respeto, amor y apego a los infantes. Es una metodología que no a todo el mundo le gusta, ya que requiere paciencia para llevarla a cabo y ver la infancia con otra mirada. Además, la crianza respetuosa puede generar confusión, ya que hay veces que no se conocen realmente sus principios y, en definitiva, de qué se trata esta (no nueva) forma de criar. En este artículo de Bebés y Crianza, la crianza respetuosa a la práctica, podrás conocer cómo poner en práctica este método y resolver todas tus dudas con ejemplos muy claros del día a día de la infancia.

¿Qué es la crianza respetuosa?

La crianza respetuosa es una forma de criar en la que se percibe al infante como un ser competente y capaz, con las necesidades propias de la infancia y con los mismos derechos que una persona adulta. El objetivo de la crianza respetuosa es brindar un acompañamiento respetuoso al infante para que pueda formar su personalidad sin discriminaciones, juicios, chantajes o imposiciones por parte del adulto. Se trata de una forma neutra de educar, dejando que sea el niño/a el que decida cómo quiere pensar y de qué forma.

Para poner un ejemplo, un niño que es educado desde la homofobia, no tiene la posibilidad de entender que querer a alguien del mismo género es una posibilidad igual de válida, ya que así se lo han enseñado. Por el contrario, si en casa hay una libertad de pensamientos y se da la posibilidad de conocer la diversidad, ya no hace falta explicar las diferentes orientaciones sexuales: la práctica, como siempre, supera a la teoría.

¿Qué principios rigen la crianza respetuosa?

La crianza respetuosa, igual que otras metodologías de crianza, tiene sus propios principios, es decir, una serie de aspectos que permiten poder «ponerla a la práctica» correctamente.

Una mirada transformada

La crianza respetuosa requiere una transformación global de la mirada hacia la infancia. Requiere entender qué necesidades tienen los infantes, entender que los niños corren, gritan, se enfadan, que son intensos, que no entienden de prisas, de juicios, que son únicos. Entender que la necesidad de movimiento y de comunicación no son sinónimos de «niño movido» o «niño que se porta mal».

Es mucho más fácil razonar, negociar y adaptarse unos a otros que intentar imponer a la fuerza, ya que el rechazo por parte del infante está asegurado… Cuando entiendes la infancia y no vas contra ella, sino que acompañas respetuosamente, todo fluye.

Los límites como forma de cuidado

Voy a poner este tema en segundo punto, ya que considero que es MUY IMPORTANTE. Muchas veces, se confunde la crianza respetuosa con ofrecer total libertad a los infantes y eso no es así. Los niños y las niñas, necesitan unos límites, ya que como adultos poseemos unos conocimientos que ellos aún no han aprendido. Conocimientos de seguridad, de descanso, de alimentación, etc. Necesitan unos límites pero no de cualquier forma.

Los límites como forma de cuidado son aquellos que se ponen por un bien del infante y no por comodidad del adulto. Por ejemplo: «te cojo de la mano aunque no quieras, ya que estamos en una calle que pasan muchos coches y no puedes ir solo». «Puede que tu aún no percibes el peligro y yo, como persona adulta, te protejo». Otro posible ejemplo de límites como forma de cuidado sería: «sé que no quieres dormir, aunque son las 22 h de la noche y tenemos que ir a descansar, sino mañana estarás muy cansado». Por mucho que el infante quiera jugar más, el descanso es una parte fundamental del día y, por esta razón, los adultos les guiamos a la hora de ir a dormir. Los niños que se van a dormir a las 12 de la noche, no rinden, están cansados, de mal humor, etc…

Otro ejemplo podría ser en un restaurante: «si gritas y corres, molestas a las demás personas ¿te gustaría que te molestasen?. No te pido que te estés como una estatua, aunque sí que bajes un poco la voz y juegues aquí con nosotros en la mesa».

¿Qué no sería un limite como forma de cuidado?

Por ejemplo, el típico: «no te ensucies jugando con X (lo que sea)», es un límite que se pone por comodidad del adulto, porqué le da pereza limpiar. Puedo entender que en una boda, obviamente, evitaremos que se ensucien de barro el vestido blanco. En el día a día, en el parque, en casa, en el colegio, es totalmente normal que se ensucien y no les tenemos que reprimir la experimentación y el descubrimiento: forma parte del juego. Otro ejemplo sería: (en casa) «quiero que estés callado y tranquilo, te doy el móvil y te pongo dibujos». Es un límite que marca el adulto porque no quiere ruido, no quiere que «le molesten».

La atención a las necesidades de forma integral

En la crianza respetuosa se da muchísima importancia a cómo atendemos y entendemos las necesidades del infante de forma integral, es decir, necesidades emocionales, fisiológicas, afectivas y comunicativas. Entre otros aspectos:

  • Se intentan evitar los comentarios del estilo «no pasa nada», «no es nada», «no llores», sustituyéndolos por «entiendo que te sientas así», «yo también lloraría», «puedes mostrar tu enfado».
  • Se permite la expresión de las emociones sean del tipo que sean: felicidad, tristeza, rabia, emoción, etc. No se intentan reprimir. «Aunque no te gusta el límite que te he puesto por tu bien, puedes llorar hasta que se te pase».
  • Se trata de resolver la necesidad emocional: con el llanto, la rabia o el enfado, por ejemplo, se trata de resolver la necesidad emocional y no que deje de llorar o que no esté enfadado. Por ejemplo: «entiendo que no te guste tener que dejar de jugar para ir a cenar, pero son las 20:30h de la noche y es tarde», «te has caído y te has hecho daño, yo también lloraría si me hubiera pasado a mi», «se ha roto tu peluche, le vamos a coser el brazo».
  • Se entiende el llanto como forma de expresión: sobre todo con los infantes más pequeños que no saben comunicarse de otra forma, no veremos el llanto como algo negativo «te ha salido un niño de esos que lloran todo el día», sino «este niño llora mucho y necesita algún tipo de atención que no sabemos identificar».
  • Se escucha al infante y se valoran sus aportaciones como uno más: aunque es obvio que hay temas que los infantes no pueden decidir, se les escucha y valora como un ser activo y competente en el mundo. Un ejemplo muy claro es ver a niños hablándole a sus padres y ellos mirando el móvil contestando «sí, sí», sin prestar atención.

El apego y el amor como base

En la crianza respetuosa se intenta acompañar al infante con apego, amor, cariño, brazos y besos ilimitados. No se cae en falsas creencias de «los brazos malcrían» y se confía en un vínculo afectivo de calidad como base para una buena relación infante-familia.

Otro aspecto importante a tener en cuenta es entender que, aunque se eduque con apego y amor, el infante no siempre va a querer realizar muestras de afecto. En la crianza respetuosa no se obliga a besar, abrazar con argumentos del estilo «si no me das un besito me enfado». En un futuro, el infante podría verse en una situación de abuso y creer que es normal, ya que si no se deja hacer lo que le están pidiendo se enfadarán. Deben ser los que elijan qué se hace con su cuerpo y a quién quieren hacer muestras de afecto y a quien no.

Normalmente, las familias que realizan una crianza respetuosa tienen una serie de características en común. La mayoría portean a su bebé de forma ergonómica, realizan colecho, es decir, duermen con el bebé, ofrecen brazos y mimos ilimitados y, si han dado el pecho, suelen amamantar de forma prolongada (hasta los 3, 4 o 5 años, aproximadamente).

El respeto como forma de vida

El respeto, aunque suena muy lógico, es algo básico y fundamental en la vida. En la crianza respetuosa se intentan evitar los comentarios tipo «porqué lo digo yo», «soy tu ma-padre y harás lo que yo diga», «yo mando», «puedo hacer lo que quiera contigo», «puedo humillarte y chantajearte delante de otras personas». Aunque son nuestros hijos y nosotros les guiamos y marcamos los límites como forma de cuidado, en esta forma de criar se intenta educar con la máxima horizontalidad posible. Se trata de algo tan simple como no hacer a nuestros hijos lo que no nos gusta que nos hagan a nosotros: gritos, chantajes, humillaciones, violencia o malos tratos (que no solo tienen que ser físicos).

Los castigos, los premios y los refuerzos positivos se evitan

En la crianza respetuosa se evitan tanto los castigos como los premios o refuerzos positivos, es decir, se entiende que un infante no debe aprender a actuar en relación a un castigo o premio, sino a una consecuencia real.

Igual que se limitan los castigos y los chantajes, también se limitan los refuerzos positivos y los premios. «No porque recojas tu habitación siempre vas a tener un juguete nuevo. Tienes que aprender a recoger tu habitación, ya que el orden transmite paz mental, no por el juguete».

Para poner algunos ejemplos de chantajes o castigos, en vez de hacer un chantaje del estilo «si no comes, no verás la tele», le diremos: «si no comes, después tendrás hambre» (y si no quiere comer, que no coma). En vez de decir: «si pegas, no vamos al parque», le diremos: «si pegas, haces daño» (ya que no tiene que dejar de pegar para ir al parque, tiene que dejar de pegar porqué hace daño). En la crianza respetuosa se trata de que el niño o la niña entienda las consecuencias de sus actos, ya sean negativas o positivas.

¿Por qué los niños de crianza respetuosa hablan y se mueven mucho?

Las personas que no entienden esta forma de criar, suelen defender su posición expresando que los niños criados con crianza respetuosa hablan mucho y se mueven mucho. Lo que se pretende, exactamente, con esta forma de criar, es permitir que un infante pueda ser un infante. Suelen ser niños que expresan su opinión, ya que se les escucha activamente. Suelen ser niños que expresan cómo se sienten, porqué no son juzgados. Suelen ser niños que preguntan sus inquietudes, ya que tienen la posibilidad de cuestionarse aspectos. En general, son niños con un espíritu único.

Como adultos, es recomendable entender que tener un niño o una niña obediente no debe ser nuestro objetivo. Ser obediente, sin más, no es un adjetivo positivo, sino que, desde mi punto de vista, es sinónimo de sumisión (tu dices, yo obedezco). El objetivo de todo adulto debería ser acompañar, con límites como forma de cuidado, el desarrollo del infante pudiéndose convertir en un ser independiente, autónomo y competente, capaz de cuestionarse los aspectos de su vida.

Soy Júlia Ortiz Palet, tengo 25 años y soy educadora infantil por vocación. Me considero una apasionada del mundo del 0-3. Actualmente, soy madre de día de profesión y madre de Guillem. Además, hace 8 años que imparto talleres de sensibilización musical infantil(3-6 años). Tengo 10 años de experiencia acompañando a bebés y a sus familias, con mi respectivo cambio, crecimiento y continua formación. Confío en el poder de cambiar la mirada respecto a la infancia, viéndola potencialmente activa en el mundo. Además, defiendo la crianza respetuosa con apego como forma de acompañar y el juego como una necesidad básica de la infancia. Estoy formada, con Romina de Teta-a-Porter en pedagogía Pikler, movimiento y juego libre. También en crianza respetuosa, educación viva y porteo ergonómico. Deseo que te guste lo que comparto en Bebés y Crianza. Mi correo de contacto es juliaortiz1996@gmail.com.

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